En términos taurinos se denomina «rajarse» al comportamiento del toro que se acobarda después de un buen comportamiento durante la lidia.
Y algo semejante parece que sucede en la Denominación de Origen Toro, hasta ayer objeto de deseo para inversores; bodegueros de otros lares; o empresas de difusión mundial como Louis Vuitton-Moët-Hennessy; pero al día de hoy las cosas pintan de muy diferente manera. En «La Opinión de Zamora.es», de ayer día 28, se publica lo siguiente:
«Se vende bodega con producción actual en la Denominación de Origen de Toro. Consta de 45 hectáreas de viñedo alrededor de la bodega y finca de regadío de 550 hectáreas. Incluye palacio señorial del siglo XIX apto para enoturismo. Bodega recientemente premiada. Contacte aquí».
Y añade: «Este es uno de los numerosos anuncios que se pueden ver en las páginas especializadas en compraventa dentro del sector vitivinícola. Cada vez son más los productores que no pueden hacer frente al gran esfuerzo inversor y de costes que requiere una bodega y por ello ponen sus empresas a la venta. Un drama del que no se libran los viticultores locales y que tratan de solventar mediante esta práctica en diferentes vertientes.»
En la edición de hoy, día 29, el periódico digital añade un amplio comentario que insiste en la cuestión del mal momento que atraviesa el negocio de los vinos en la D.O. TORO, muy prestigiados por el mundo, con numerosos premios y distinciones, pero que actualmente los resultados económicos no cubren las expectativas y son poco halagüeñas.
Según el estudio «El sector vitivinícola en Castilla y León (2004-2012)» elaborado por la consultoría financiera Advalorem, la reducción de las ventas, el elevado esfuerzo del inversor, la obligatoriedad de aumentar capital y el aumento de las plantillas son las principales razones que esgrime este estudio para explicar tal nivel de recesión. Esta empresa también destaca que las bodegas de mayor tamaño se benefician de una mejor posición que las pequeñas, a las que la crisis ha ahogado especialmente y que han visto cómo sus cuentas salían con saldo negativo en los últimos dos años.
El estudio de la empresa Advalorem ha reclutado información de más de trescientas bodegas de todas las denominaciones de origen de la región y las conclusiones son poco alentadoras, sobre todo para las pequeñas empresas. Así, destacan que este último tipo de bodegas se encuentran más endeudadas que las grandes ya que para financiar la inversión necesitaron un ratio de deuda bancaria del 43%, siendo prácticamente la mitad para los grandes grupos vitivinícolas.
Las bodegas de la D. O. de Toro también han sufrido estas consecuencias. En términos generales, las que se encuentran en el grupo de pequeñas empresas han tenido un margen neto sobre las ventas del menos 15,7%, frente al tres y medio por ciento que manejan las grandes. «Es evidente que cuando vienen mal dadas, los perjudicados somos los pequeños, los que tenemos una empresa casi familiar», explica a este medio un propietario. «No obstante, pese a que la situación no es como todos querríamos, de momento no estamos tan mal como para plantear algún tipo de medida extraordinaria», detalla.
Y es que la recesión, que en el sector vitivinícola comenzó antes que en el resto de los campos del espectro económico, se ha llevado por delante prácticamente todo el saldo positivo de las empresas a juzgar por este informe. Así, según Advalorem, las grandes bodegas apenas han podido retirar fondos en concepto de dividendos en los últimos ocho años. Una situación que se agrava en el caso de las más humildes, que no solo no han conseguido beneficios, sino que han tenido que realizar aportaciones de capital a mayores. Crisis, no obstante, que varias empresas del ámbito toresano están esquivando a través de la exportación a mercados donde cada vez existe más auge de los caldos toresanos.
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