Heredera de Intervin, el capítulo de vinos de la mastodóntica Alimentaria, BWW ha sido una feria cómoda por su ubicación en el recinto de Montjuïc, en pleno centro de la ciudad, y variada gracias a la presencia de productores de distintos tamaños procedentes de toda la geografía española. Si a alguien le quedaba alguna duda sobre la diversidad de elaboraciones, estilos, variedades y terruños que se embotellan ahora mismo en España, esta semana del vino de Barcelona ha servido para despejarla.
Tras escuchar las opiniones de los pequeños cuando se les preguntó por qué no iban a Alimentaria, BWW ha querido ser una feria para todos los productores. El contraste entre los dos extremos del pabellón 8 es el mejor resumen de lo que es hoy el vino español: los lujosos stands de los grandes grupos frente al espacio básico y sencillo de los pequeños productores (algunos se quejaban de las corrientes de aire), pero muy concurrido durante los tres días de ferias y con todo lo necesario para catar en condiciones.
Entre medias, el grueso de la feria se orquestó en torno a espacios modulares en tonos claros y relajantes, idénticos para todos los expositores y de fácil acceso para los visitantes. Aunque siempre hay bodegas que se quedan descolgadas, la agrupación de productores por regiones facilitaba mucho el trabajo. Cada una estaba identificada por un gran panel colgado del techo con una foto del paisaje de la zona. La gran novedad, sin duda, el área de la nueva marca colectiva de espumosos catalanes Corpinnat.
La forma en la que las bodegas decidieron estar presentes en BWW es una declaración de intenciones en sí misma. Familia Torres, por ejemplo, optó por tener varios pequeños stands por regiones en lugar de uno más ostentoso de grupo. Y Bodegas Pujanza, un clásico de la modernidad en Rioja, optó por situarse entre los pequeños productores. Los más organizados de este espacio fueron las 69 pequeñas bodegas que se agruparon bajo el paraguas Artisan Wine Attraction y aprovecharon para reivindicar un trabajo respetuoso con el suelo y el entorno, y la defensa de terruños, variedades y distintas formas de vinificar. Se les reconocía por sus mandiles negros bordados con un logo rosa y creados para la ocasión.
Muchos de los visitantes y expositores con los que tuvimos la oportunidad de hablar calificaron la feria de “más europea” y “profesional”, con presencia mayor o menor (ahí recabamos experiencias distintas) de importadores y compradores internacionales. A algunos les pareció que había que trabajar más en este capítulo, aunque otros se fueron muy contentos por haber abierto nuevos mercados.
Algunos pequeños detalles que contribuyeron a crear una atmósfera algo más cálida fue la espectacular instalación en suspensión, hecha por Nika López con materiales procedentes de la viña, una zona de reuniones y otra (que quienes nos dedicamos a escribir agradecimos mucho) dedicada a la venta de libros, perfecta para poder adquirir la abundante literatura vinícola que ha salido al mercado en los últimos meses.
La sección BWW Gastronomy permitió reponer fuerzas con una oferta mucho más apetecible que los tan habituales como tristes “bocadillos de feria”. En colaboración con distintos restaurantes locales como Gresca, Xerta o Monocrom, la organización proponía un generoso menú de siete platos y siete vinos por 29 € que se compartía bien entre dos personas. No estaría de más que los organizadores de ferias dedicadas exclusivamente a la parte sólida mostraran la sensibilidad hacia el vino que BWW mostró hacia la gastronomía.
La agenda de charlas y catas paralelas se articuló en torno al pequeño auditorio Speaker’s Corner y dos salas de cata, una abierta en el mismo salón, obligada a competir con el ruido ambiental, y otra cerrada que permitía mayor concentración. El programa era realmente extenso y SWL, de hecho, participó en una mesa redonda sobre comunicación de vinos en medios digitales. Sin embargo, en las últimas ferias y congresos a los que hemos asistido -y BWW no es una excepción- nos quedamos con la sensación general de que gran parte de la agenda está marcada por los patrocinios o lo que los grandes consejos y grupos quieren comunicar. Estaría bien un poco más de frescura en este apartado, en línea con el resto de la organización.
Aunque con un tamaño más manejable que Intervin, cualquier concentración masiva de vinos interesantes genera frustración porque apenas se consigue probar una pequeña parte de la oferta. En SWL optamos por asistir a unas pocas catas y charlas, descubrir nuevos productores, aprovechar la amplia presencia de vinos catalanes para ponernos al día y escaparnos a uno de los eventos fuera de Montjuïc: el salón Off The Record organizado por los productores Fredi Torres y Marc Lecha.
La agenda paralela, que ha perdido la Música del Vi al desgajar BWW de Alimentaria, arrancó el domingo con la sexta edición de Mujeres del Vino, un evento de vinos elaborados por mujeres que colgó el cartel de completo, y siguió el lunes con la fiesta de la DOP Cebreros en un restaurante de la ciudad y la fiesta G-Night en honor de la garnacha. BWW también intentó involucrar al gran público, que al fin y al cabo son los destinatarios finales del vino, con un programa de actividades en comercios y hostelería.
Entre las catas a las que asistimos, disfrutamos con la presentación de los Vinos del Garraf. Muy buena la descripción de esta zona del Penedès, una masa montañosa de roca calcárea situada a espaldas de Sitges que se caracteriza por sus suelos pobres, poco profundos y con escasa retención de agua. Aunque los vinos estaban lejos de tener un patrón común sí se apreciaron rasgos comunes como la concentración, las notas salinas y, sobre todo, la capacidad de envejecimiento, en especial en las dos referencias de Can Ràfols dels Caus: un Gran Caus Blanco 2011 elaborado sin madera y en plena forma y el merlot Caus Lubis 2004 que, pese a estar elaborado con una variedad que no se lleva nada y cuyo autor aseguró que no plantaría ahora, estaba en un momento excelente.
De lo más original fue la cata sobre vino y rock a cargo de tres personajes con muchas tablas en el mundo del vino e integrantes del grupo The Winedrinkers: Juan Manuel Bellver (antiguo crítico de rock, periodista y actual director de Lavinia España), Pilar de Haya (cantante y DJ y ahora en Lavinia España) y el exrockero, periodista y crítico, Federico Oldenburg. Nos sorprendió no ver mayor asistencia a esta presentación muy distendida y llena de anécdotas sobre rockeros famosos que fueron grandes consumidores de vino o acabaron elaborándolo, aunque también hay que decir que las mejores etiquetas que probamos en la cata eran de gente que controlaba más de vino que de música. Quienes tengan curiosidad por descubrir temas que hablan de vino, pueden bajarse de Spotify la estupenda playlist Wine & Rock BWW publicada por Pilar De Haya para el evento.
FUENTE:SPANISH WINE LOVER. – Autoría: Amaya Cervera | Domingo 09 de Febrero del 2020
https://www.spanishwinelover.com/disfruta-426-bww-una-feria-para-todos-los-productores