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Archive for the ‘Vino y Cultura’ Category

 

 

“Todo lo relevante para una civilización encuentra lugar en sus ritos y en sus mitos, y en ellos se manifiesta asociado a sus dioses. Así sucede, desde bien antiguo, con el vino, bebida mayor de las culturas mediterráneas. Desde el Osiris egipcio hasta el Jesucristo cristiano, pasando por el Dioniso griego y el Baco romano, el vino ha estado presente en los rituales mayores de sus respectivas culturas, tanto como en núcleos en extremo significativos de sus relatos mitológicos.

Y luego, cuando la civilización nacida en ese entorno pero ya expandida a un área geográfica mucho mayor ─la de eso que hemos dado en llamar Occidente─ dio el arriesgado paso, de efectos todavía no suficientemente meditados, de impugnar su mitología, el vino siguió encontrando un lugar no menos notable en los textos artísticos que vinieron a ocupar el lugar dejado vacante por aquella, manteniéndose así asociado, si no ya a los desaparecidos dioses, sí a los héroes que ahora les sustituían en sus nuevos relatos”.

Los Dioses del vino

Así se presenta, desde la Asociación Cultural Trama y Fondo y la Universidad de la Rioja, organizadores de este evento, el XI Congreso Internacional de Análisis Textual que, bajo el título Los Dioses del Vino, se celebrará del 8 al 10 de octubre próximo en modo online para garantizar así la seguridad e internacionalidad, dadas la actual situación de crisis sanitaria. El congreso está organizado por la Asociación Cultural Trama y Fondo, junto con el Departamento de Filologías Modernas y la Facultad de Letras y de la Educación de la Universidad de La Rioja, y cuenta, además, con la colaboración de la Fundación San Millán de la Cogolla.

La inscripción sigue abierta hasta el 6 de octubre para quienes quieran participar en el congreso como oyentes, ya que está cerrada para ponentes. Dada la novedad de celebración online, a finales del próximo mes de julio la organización informará a ponentes y asistentes sobre la forma en la que tendrán que acceder virtualmente a las diversas secciones de este congreso que, a pesar de la pandemia, ha querido mantener su compromiso con la actividad cultural y científica en humanidades.

Además de la temática sobre el vino, en esta undécima edición del Congreso Internacional de Análisis Textual también se analizarán textos relativos a la relación entre civilizaciones y otro tipo de bebidas alcohólicas como cerveza, whisky, tequila, pisco, ron, chicha, brandy, ginebra, vodka o sake, entre otras.

 

FUENTE: DIARIODEGASTRONOMIA.COM           

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En los últimos años he seguido con interés la recopilación e investigación del llamado “chacolí de Chile”, y he de reconocer que no he llegado a saber si a Chile llegó tan solo el nombre, o desde la época de la conquista, o pasado algún tiempo desde ella, algún desconocido personaje se llevó unos plantas desde el País vasco, y plantó las primeras cepas de “vino chacolí”. Tras consultar numerosas fuentes y autores chilenos que han investigado y escrito sobre el particular, yo me inclino por la primera opción.

Las siguientes notas proceden de un amplio estudio fruto del trabajo de varios autores pertenecientes a Universidades como la de Santiago de Chile (USACH); Finos Terrae y Universidad de Chile,   ambas también de Santiago, Universidad de Bio Bio; Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza, Argentina, y la Escuela Nacional de Sommelier, de Santiago de Chile.

El chacolí es un vino típico de la vitivinicultura popular de Chile, elaborado desde el Huasco, en el Norte Chico, hasta el Valle Central. Se trata de una bebida de singular tradición, ampliamente difundida en las masas populares, sobre todo en las celebraciones de fin de cosecha, car-naval y fiestas patrias. Para muchos chilenos, esta bebida es parte importante de su vida social y de su identidad cultural.

La gran industria vitivinícola chilena ha dedicado escaso interés al desarrollo de estas bebidas. Ha priorizado el enfoque angloamericano de los puntos Parker y la estandarización de los productos. No se ha preocupado por la identidad territorial ni histórica de los vinos. Esta situa-ción ha adquirido relevancia por la fuerte concentración de la industria en las grandes empre-sas. Basta recordar que la mayor de ellas, Concha y Toro, controla el 25% del mercado nacio-nal; y las diez mayores manejan el 50% de las exportaciones. Para aprovechar su posición do-minante, estas grandes empresas han optado por promover los vinos estandarizados, sin inte-resarse por las denominaciones de origen y los productos típicos.

Esta bebida típica no ha sido estudiada hasta el momento con suficiente profundidad por la académica. Los trabajos de Claudio Gay (1855) trazaron un perfil un tanto despectivo de este producto y sentaron las bases de su valoración negativa, reiterada después por los autores posteriores (Couyoumdjian, 2006; Del Pozo, 2014). Algunos trabajos dedicados a la historia del vino chileno se han focalizado principalmente en las grandes viñas (Del Pozo, 2014), el problema del alcoholismo (Fernández Labbé, 2010) y el proceso de modernización impulsado por los franceses en la segunda mitad del siglo XIX (Briones, 2006; Coujoumdjian, 2006), el terroir y las cepas francesas (Pszczólkowski, 2014 y 2015). Naturalmente, estos autores se focalizaron en la corriente principal de la industria vitivinícola chilena, dejando para más adelante las ramas secundarias, dentro de las que se encuentran, precisamente, el chacolí.

Las referencias parciales de la literatura especializada en la historia del vino chileno trazan algunos antecedentes para conocer estos productos. Pero han dejado muchas preguntas abiertas. Por un lado, conviene identificar qué uvas se utilizaban para elaborar el chacolí. Gay (1855) y Del Pozo (2014) lo asocian con las uvas criollas, pero conviene definir con mayor claridad el concepto. También es importante determinar el área geográfica del chacolí, consi-derando también los estudios de Morales (1896) para la zona del Huasco. Otro elemento que conviene aclarar es el ciclo histórico de estos productos. Uno de los estudios entrega datos de la rentabilidad económica del chacolí por hectárea de viña en 1874 en Los Andes y San Felipe (Aránguiz, 1995). Queda pendiente sistematizar la información disponible, enriquecerla con nuevas fuentes y establecer con mayor precisión la historia, identidad y ubicación geográfica de esta bebida, objetos del presente artículo.

Para alcanzar estos objetivos, el presente artículo ha examinado cuatro corpus documentales principales: a) inventarios de bienes y testamentos de los viticultores chilenos de la primera mitad del siglo XIX, conservados en el Archivo Nacional (AN); b) Fondos de Tesorería y Aduana de Chile en el segundo cuarto del siglo XIX (AN); c) medios de prensa gráfica editados en Santiago, Valparaíso y otras ciudades chilenas, entre la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del XX; y d) Archivo del Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI). Se ha utilizado el método propio de la historia (heurístico crítico) para confrontar las hipótesis con los referentes empíricos mencionados. Todo ello se ha interpretado a la luz de la bibliografía especializada sobre el tema. Como resultado, se ha podido reconstruir el itinerario cultural de este producto en Chile.

 

Autor: José Luis Lejonagoitia.

Recopilación datos: Idesia vol.33 no.3 Arica ago. 2015

Pablo Lacoste1*, Amalia Castro2, Félix Briones3, Felipe Cussen1, Natalia Soto4, Bibiana Rendón5, Fernando Mujica6, Paulette Aguilera1, Carolina Cofré1, Emiliano Núñez1, Michelle L. Adunka1

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Un Lobby internacional gestiona que la cultura

del vino sea patrimonio de la Humanidad en 2015.

santiago_vivancoSantiago Vivanco, de Dinastía Vivanco, creador del Museo del Vino en Briones.

El lobby pro-vitivinícola está inmerso en una dura batalla que les enfrenta a los países ‘antialcohólicos’ para lograr que la cultura del vino sea declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, para 2015 y, en este camino, busca apoyos de los Gobiernos y la Eurocámara.

La Asociación para la cultura y el intercambio turístico (ACTE en sus siglas en inglés) -creada al amparo de la Comisión Europea, con sede en Estrasburgo, que desarrolla la cultura del vino y está presidida desde 2011 por Santiago Vivanco-, lidera esta candidatura, que supondría, si tiene éxito, un revulsivo económico para el viñedo.

Sería el primer alimento en conseguir tal distinción, ha precisado Vivanco, aunque cree que otros podrían presentará sus solicitudes próximamente, como el aceite. Y también sería la primera vez que se reconozca la cultura del vino en su generalidad, pues hasta ahora la Unesco sólo ha declarado patrimonio de la Humanidad zonas vínicas concretas de Burdeos y Borgoña, en Francia, o Los Arribes del Duero, en España, por su riqueza paisajística.

La asociación -que cuenta con el soporte de bodegas, museos del vino y la Organización Internacional el Vino (OIV)- ha pedido a los parlamentos nacionales de los países productores o que históricamente han tenido relevancia en este sector una declaración de apoyo, ha detallado Vivanco. Según ha asegurado, en España se aseguraron el apoyo de la mayoría parlamentaria (PP y PSOE) y también cuenta con el beneplácito de Chile o Argentina.

Actualmente hacen gestiones con los grupos parlamentarios de Francia e Italia -fundamentales para la asociación, por su carácter de potencias vitivinícolas mundiales- y con los Gobiernos de Georgia, Armenia, Turquía, naciones que se disputan cuál de ellas fue «la cuna del vino».

En febrero presentaron al Parlamento Europeo su solicitud de declaración de apoyo a la candidatura y creen que el voto será afirmativo -previsto para el mes de junio-, tras comprometer el respaldo de los grupos de Los Verdes, Socialista y Popular. Trabajan con la hipótesis de que el proceso para conseguir la declaración de la Unesco concluya en 2015, «si todo va bien».

Entre los principales obstáculos que encuentran los defensores de este movimiento de apoyo al vino -que ya no sólo es europeo, sino global- citan la oposición de los países que ven este producto como una mera bebida alcohólica, que consideran que no es ni alimento, ni cultura, y lo vinculan incluso con las «drogas», sometiéndolo a restricciones en su venta o fuertes gravámenes.

Según Vivanco, Europa está dividida, y los países del sur pugnan para que la candidatura se abra paso frente a los de norte, como Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Lituania, Letonia o Estonia, además de la oposición de naciones musulmanes.

Si el sector consigue la preciada declaración, Vivanco apunta a «la satisfacción personal» para todo el mundo en el sector, como viñistas y bodegas; y que será un aval frente a los «vaivenes» legales o impositivos de los Gobiernos y un impulso para el desarrollo económico y, especialmente, del enoturismo en las zonas. «El vino y el hombre han convivido 8.000 años desde que se descubrió, sobre el año 6.000 a.c», y por encima de si tiene alcohol o no debe reconocerse su valor porque «el mundo no sería igual sin el vino», ni tampoco los paisajes sin la viña, ha insistido Vivanco.

La literatura y el arte también se impregnan de esta cultura, e incluso las bodegas ayudaron a financiar el nacimiento de lo s primeros documentos cinematográficos de los Hermanos Lumiére, ha recordado.

FUENTTE: Vinetur – 16 mayo 2013. – http://www.vinetur.com/

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