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Archive for the ‘Vinos de verano’ Category

Tinto de verano

Entre pandemias, crisis económicas globales y nuestra clase política inmersa en un lucrativo estado de confrontación perpetuo (en su propia opinión), no podemos olvidar que casi ya está aquí, casi ya llegó: el verano.

Sin duda la época, junto con la Navidad, más dura para ser winelover. Y es que la relajación de costumbres provocada por el calor, junto con una mayor tendencia a quedar, eso sí, respetando el distanciamiento social, con otros mamíferos de nuestra especie, puede provocar situaciones difíciles de gestionar para un sobremeserBarbacoas varias, quedadas piscineras, sol, días de playa, chiringuitos, salidas en barquito, segundas residencias, excursiones, emplazamientos veraniegos con cierta ausencia de aprovisionamiento vínico… Realmente todo esto juega en contra de un concepto wineloverista serio.

Cierto es que, si las quedadas son con otros miembros de nuestro culto, la poolparty puede devenir en una wineparty antológica. Pero yo hoy vengo para ponerme en lo peor y ayudaros con esas reuniones amparadas, bien por una sobrevalorada amistad que ya no sabes ni cómo empezó ni por qué no la entierras, o por los grandes generadores de brotes psicóticos: los compromisos familiares.

Un suegro, suegra, cuñado, primo, adolescentes chungos, alcohol y altas temperaturas pueden ser los ingredientes perfectos para generar un estallido de violencia cuyas consecuencias pueden ir desde protagonizar un video gracioso de YouTube (poca sangre) a acabar en un nuevo confinamiento, mucho más restrictivo, gracias a una pena privativa de libertad (mucha sangre).

Y casi todo, amigos lectores, por el caloret.

El truco winelover para sobrevivir a tu convivencia social con otros seres humanos es ser tolerante con el frío. Pero no es tan fácil como parece. Con identificar el problema no basta. No subestiméis al enemigo. Eso nunca. De hecho, si algo estamos aprendiendo en 2020 es a no subestimar situaciones de ningún tipo, por muy desconectadas que parezcan estar de nuestra realidad.

Me explico: todos tenemos claro que en verano hace calor. A veces, mucho. Bien. Pues los no iniciados, los ajenos a nuestro culto, los desconocedores de nuestra obsesión, aprovechan para corromper nuestro objeto de deseo con la excusa de beber fresquito.

Estoy hablando de organismos pluricelulares que ven su oportunidad de echarle hielo a un Viña Tondonia Rosado, o de hacer tinto de verano con un Ganevat o de tomar bajo cero un Emilio Rojo.

Están ahí, al acecho para, en la mayoría de ocasiones de manera involuntaria, sacarte de quicio. Y todo por el “temita” de la temperatura. Estos seres del aperitivo no conciben tomarse nada que esté más caliente que un Gin&Tonic.

Bien. No es problema. Que para eso Sobremesa me paga: para resolveros estos -solo potencialmente- problemas menores.

En primer lugar, tenéis que ser permisivos con el tinto de verano. Este combinado a base de vino y gaseosa (o Fanta Limón) puede generar momentos placenteros si tomáis las riendas de vuestras vidas y afrontáis los problemas participando en su solución.

Por ello, preparad (o -dependiendo de si jugáis en casa o como visitantes- presentaros con) un tinto de maceración carbónica, el refresco deseado, algo de limón o naranja en rodajas para dar colorido, un poquito de brandy de Jerez (que es como me gusta a mí) y mucho hielo. Y tan ricamente. Primer envite resuelto.

Pero ahora quieren echar hielo al vino porque, yo qué sé, están muy puto locos. No, no les golpees. Al menos por ahora. Te has traído una botella de un vino de estos Telva que se toman con hielo, un Moët Ice o, el más tiesos-friendly, Anna Codorniu Ice Edition y listo. Venga, que ya solo queda un problema, aunque es el más complejo: el de beber los vinos gélidos.

Aquí lo ideal sería que de cada vino hubiera dos botellas: una para la gente normal que toma los vinos a la temperatura, más o menos, recomendada (independientemente de la climatología), y otra para los amantes de lo bajo cero y demás seres fototrópicos. Si esto no es posible, y siguiendo el tono conciliador de este texto, elige un vino que tomar a una temperatura exageradamente fría no te exaspere. De hecho, es un gran momento para servir aquellos vinos baratos y lamentables que dan en las cestas de Navidad.

Si bien fría está buena hasta la lejía.

Economía circular y esas cosas.

Pues hasta aquí la clase de hoy, sobremesers.

Ha sido un placer.

 

FUENTE: SOBREMESA. REVISTA ESPAÑOLA DEL VINO Y LA GASTRONOMIA.

Santiago Rivas       Miércoles, 03 de Junio de 2020

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