A la creación de la Denominación de Origen RIBERA DEL DUERO -1983-, se copiaron desde la cruz a la firma, las normas vigentes en la D.O. Rioja, antes de que ésta alcanzara la «C» de Calificada, por entender que siendo el vino más conocido y apreciado en los mercados interior y exterior, los «nuevos vinos» ribereños podrían situarse en igualdad de condiciones de calidad y de precio -cuestión importante- aunque no de cantidad, pues Rioja disponía entonces de unas 47 mil hectáreas productivas, y Ribera comenzaba con unas 13 mil.
La salida de los Ribera fue espectacular, y se podrían citar marcas que «arrasaron» , a pesar de que hubo de pasar algún tiempo para que la sitiuación se afianzara. El éxito animó a las bodegas a destacarse por arriba en los precios, hasta que el crecimiento de plantaciones y la creación de nuevas bodegas, produjo la saturación del mercado. Y se arbitraron soluciones, no muchas es la verdad, pero quizás la más llamativa fue reducir tiempos de crianza y aparecieron los «Roble», «3 meses», «4 meses», etc. Esta solución tenía dos efectos: menor permanencia de los vinos nuevos en bodega (el sistema riojano implica «tener» el vino en crianza no menos de año y medio), aliviando tesorerías, y ahorro en inversiones de barricas, que resultan elevadas.
El otro efecto fue abaratar los precios del vino en los de crianza «corta», pues el mercado estaba ya saturado, incluso de los propios ribereños, y a los precios de crianza completa no se vendían con soltura.
De modo menos notorio Rioja ha seguido, un poco de lejos, esta política, aunque las bodegas punteras en aquello de la «alta expresión», dejaron de cumplir los plazos reglamentarios y en sus vinos usaron la contraetiqueta del vino «del año», aunque se sabía con total garantía que no lo eran, pues se debía a que cada vino permanecía en barrica obotellero los tiempos deseados por elenólogo.
Siguiendo en esta política, le llega el turno a la D.O. Navarra, que ha «retocado» las obligaciones regladas de sus vinos. Y como conviene estar siempre bien informado, Bacchus ofrece estas referencias, que a la vista de los plazos de crianza van en la dirección de «menos madera», en contra de lo que pedía Groucho a sus hermanos:
Vinos de cosecha:blancos, rosados y tintos del año que, en principio, no tienen ningún tipo de crianza.
Dulce natural: vinos dulces con características especiales
Tinto roble: mínimo 90 días en barrica.
Crianza:24 meses de envejecimiento de los que 9 han debido de pasar en barrica.
Reserva: 36 meses de envejecimiento, de los que mínimo 12 han sido en barrica y el resto en botella.
Gran Reserva:60 meses de envejecimiento, de los que mínimo 18 han permanecido en barrica y el resto en botella.
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