Continuamos publicando retazos de artículos y reportajes recogidos de antiguas publicaciones, que tienen el valor de lo desconocido, a la vez que aportan breves retazos históricos de aspectos que nos interesa conocer del txakolí. Por respero al autor y al tiempo en que fue escrito, no queremos alterar ni una simple coma, conservando así el carácter que al escribirlo imprimió su autor.
En esta nota, quien la ewcribe, Garciarena, se lamenta del poco interés que suscita en Gipuzkoa el mantenimiento del txakolí, cuyas cepas se van abandonando. La fecha de edición abril de 1929.
La Baskonia. Año 36. nº 1279. abril 1929. pp 293-24. Biblioteca DFB-HV-1367
«Al leer la reseña de la última asamblea celebrada en Madrid, publicada en todos los periódicos, pónese en evidencia el deseo de los productores de vinos centrales, expresado en aquella reunión por el señor Hidalgo de Cisneros. Pretenden facilitar la entrada de vino en el País Basko para que se consuma más aún del que actualmente ingieren sus habitantes.
Sin que entre en nuestro ánimo discutir dichas pretensiones, oportunamente y debidamente combatidas por los senores Bilbao y Pradera, no podemos menos que lamentarnos del triste estado (si estado puede denominarse a las cuatro vides salpicadas en la comarca) a que han quedado reducidos aquellos hermosos y extensos parrales que antaño constituían una de las principales, sino la más saneada, riquezas de Gipúzkoa. ¿Qué hemos hecho de ellos?
En los restos escasísimos, que afortunadamente quedan, vemos con cariño que aún subsisten algunas de aquellas variedades de vides, que tanta riqueza aportaron a nuestro solar. Las Odarribi-beltra y Ondarribi-zuri, la Guetari y alguna que otra más, muéstrannos sus racimos, que no nos escatimaron en centurias de años, como baldón latente de nuestro imperdonable abandono. Otras regiones hermanas las recogen en su regazo y las cultivan con solicito cuidado. Nabarra, Bizcaya, las pirenaicas francesas, muestran con orgullo las cepas Ondarribi-zuri y beltza, la Guetari, que tanto contribuyen a la calidad de sus chacolíes que tanto estimamos y que cada vez limitamos más su producción.
El chacolí que Gipúzkoa producía era tanto, que no podían consumirlo sus habitantes. Hubo necesidad de recurrir a los poderes para que concedieran licencia de exportación. Y, al efecto, Sancho IV de Castilla otorgó, con fecha 3 de abril de 1286, privilegios a los cosecheros de San Sebastián para exportar sus vinos.
En 1489 los reyes católicos se preocuparon también de facilitar el consumo del chacolí indígena, ya que dictaron disposiciones terminantes, que prohibían en absoluto importar vinos a Gipuzkoa mientras no se terminaran de beber los naturales.
Más tarde los reyes Felipe II y Felipe III interesados en que los chacolines guipuikoanos se consumieran todos en su región de origen, expidieron reales cédulas limitando a los soldados de la guarnición el derecho de importar vinos extraños para no lesionar los intereses guipuzkoanos.
Las ordenanzas locales de Deva del año 1434 prohiben la introducción de bebidas en dicha villa porque los muchos y buenos viñedos que poseía producían más de las necesarias paro el consumo local.
Estas y otras muchas citas que pudiéramos aducir prueban hasta la evidencia que esta región produjo más chacolí que el necesario de sus habitantes y que si el mismo suelo y el mismo cielo que hoy disfrutamos presidieron cultivo tan próspero en nuestro país, no hay razón alguna que disculpe este imperdonable abandono que nos obligo a una tributación escandalosa merecida por nuestra incuria, nuestra desidia, nuestra dejadez…. y aún buscamos cultivos que introducir en nuestro país….. y aún nos empavoneamos pidiendo moreras para introducir en Gipúzkoa el Bombys mori, productor de seda que tantos fracasos originó en esta tierra a quienes intentaron explotarlo… Y aún ni siquiera se nos ocurre hojear la historia de nuestros lares para que nos diga el autor de tanta seda como Gipúzkoa produjo, antes de meter… la morera en el hoyo…
Y aún seguimos despreciando nuestras variedades de vides después de varias centurias de años que se clasificaron en Gipúzkoa, y que aún hoy, las escasas que dan fe de vida, nos ofrecen, con sus racimos, el rescate de una tributación tan escandalosa como merecida, que, por desidia o abandono, despreciamos.
Garciarena»
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